Rápidamente entre en la ducha,
necesitaba sentir el agua fría acariciar cada centímetro de mi piel
desnuda, mientras una placentera sensación recorre todo mi cuerpo.
Termine la ducha y llegue a la
habitación totalmente desnuda, allí estaba el, desnudándose
también para supuestamente irnos a dormir. No dude en acercarme por
detrás y apoyar mis tetas contra su espalda y comenze a besarle
mientras acariciaba su pecho. Poco a poco fui bajando la mano hasta
llegar a su polla, totalmente dura, totalmente preparada para poder
degustarla con mi lengua para terminar de preparla para que me
penetrase. Le di la vuelta, y le di un pequeño empujón hacia la
cama, acto seguido me acerque despacio hacia el, lentamente me
arrodille en la cama y puse dirección hacia semejante manjar. Empece
a masajear su glande con mi lengua, mientras acariciaba el resto de
su polla con mi mano con suaves movimientos. Mi saliva comenzaba su
placentero trabajo de lubricacion, mientras veía sus gestos y
sonidos de placer. Comenze a chupársela, primero de una manera mas
relajada, para después pasar a movimientos mas rápidos y salvajes,
me gustaba alternar y sabia que a el le encantaba que se la comiera
de ese modo.
Yo cada vez estaba mas cachonda y mas
mojada, y como si de la ultima polla en el mundo se tratara, me
levante, la agarre bien fuerte y le pedí que me la metiese y me
follase ya mismo, no me importaba no recibir mi placentera y venerada
sesión de sexo oral, en ese momento que me comiera el coño estaba
en un segundo plano, lo único que quería era sentir su polla dentro
de mi.
Se puso encima mía y empezó a
metermela mientras me miraba a los ojos, ese momento me pone bestial,
follamos en multitud de posiciones, encima mio, a cuatro patas, luego
tuve mi sexo oral gracias a un legendario 69.
Finalmente cabalgue encima suyo, fui
aumentando mi velocidad y sentía como su polla comenzaba a “vibrar”
sabia que ya estaba y note su caliente jugo entrar dentro de mi
mientras yo empezaba a bajar la velocidad de mis movimientos.
Fue una follada increíble, a la que
como siempre, se le une el morbo de tener la cama al lado de la
ventana e imaginar, que alguien puede estar viéndonos.